Hace ya más de un lustro cuando se celebró por última vez Monegros Desert Festival. Pero, el verano pasado, cuando ya la mayoría de los últimos supervivientes a la «rave del desierto» estaban , o bien cambiando pañales, o bien tomando el vermut , nos desayunábamos con la noticia de que el 1 de Agosto de 2020, iba a volver a tener lugar aquel manicomio al aire libre. De todas maneras, todo parece indicar que las nuevas generaciones van a coger con ganas el relevo de la mítica cita . Pero ¿qué es lo que atrae a más de 40.000 almas a un secarral en medio de la nada? Posiblemente sea ese carácter extremo uno de sus principales alicientes.
¿Y por qué decimos que es uno de los festivales más extremos en los que te puedes encontrar? Queridos niños, lo primero que tenéis que saber si os animáis a aparecer por allí es el tiempo: Y es que Monegros es una maratón que comienza a media tarde de un sábado y termina bien entrada la mañana del domingo. Y eso, trasladado a mitad del verano en la provincia de Huesca se traduce en: cerca de 40 grados por el día y alrededor de 10 por la noche.
Como consecuencia de lo anterior, no está de más tener conocimiento de lo siguiente: olvídate de dormir . No existe zona de acampada, y aunque la hubiera el calor impediría pegar ojo. Como mucho verás a más de uno intentar resucitar en alguna furgoneta en punto muerto con el aire acondicionado. Lo que sí que podrás contemplar, según va avanzando la mañana (y a un servidor fue de lo que más le llamó la atención la primera vez que fue allí) son las decenas o centenares de personas literalmente tiradas por el suelo al más puro estilo apocalíptico del primer episodio de «The Walking Dead»
Pero como no hay dos sin tres , y para añadirle más sensación de gym-kana al asunto, tengo que avisar de otro contratiempo, que es el multitudinario control de la guardia civil que suele haber, tanto a la entrada como a las salida. Y es que, a no ser que seas vecino de la zona y te conozcas muy bien los caminos, todo el tráfico es dirigido por la misma pista para acceder al parking (como ocurre últimamente en todos los festivales). Y ya sabemos que en un festival de estas características no es precisamente un menta-poleo lo que tenemos pensado tomar.
Así que llegar allá sin contratiempos es relativamente fácil , pero lo duro está al volver. Cada una de las tres veces que he asistido al desierto, la estrategia logística ha sido diferente. Una de ellas tuvimos un conductor que se fue a descansar a las 8 de la mañana y así a las 13:00 se pudo hacer cargo de nuestros despojos; en otra ocasión sí que reservamos una habitación de hotel en un pueblo más o menos cercano (estamos hablando de unos 30 km. a la redonda salpicados de controles también); y en la tercera ocasión el viaje lo contratamos en un autobús organizado para evitarnos precisamente posibles problemas legales.
Ahora bien, después de enumerar los inconvenientes, no hace falta que haga otro listado con las bondades de la catarsis mística que vas a disfrutar si a pesar de todas las pegas mencionadas atrás, decides por tu cuenta y riesgo ir a pegarte el fiestón del año al páramo aragonés. Mejor descúbrelo por tí mismo. Y , cuando vuelvas a tu lugar de origen con la sensación de haber perdido diez años de vida, pero con una sonrisa de orea a oreja, podrás decir: yo sobreviví a Monegros